Agitar una flor: Interstellar Topographies (M87)

Che tu non puoi agitare un fiore senza disturbare una stella -Emily Jacir

El 10 de abril de 2019, en conferencias de prensa coordinadas alrededor del mundo, investigadores del Event Horizon Telescope (EHT) revelaron la primera evidencia visual directa de un agujero negro supermasivo y su sombra. El colapso gravitatorio o desmoronamiento hacia adentro que culmina en un agujero negro comienza después de la “muerte” de una estrella; entendiéndose por “muerte” la extinción total de su energía. Desde que Einstein predijo su comportamiento en su teoría de la gravedad, los astrofísicos han encontrado pruebas abrumadoras que reconocen su existencia, pero sólo con la ayuda del Event Horizon Telescope (EHT), un conjunto a escala planetaria de ocho radiotelescopios terrestres forjados gracias a la colaboración internacional, se ha podido captar en una imagen por primera vez un agujero negro en el centro de M87, una galaxia a 54 millones de años luz de distancia. Los satélites, radiotelescopios y radares, por ejemplo, permiten experimentar el cosmos con los sentidos sin comprometer la validez de la representación (data). Mediante estos instrumentos que operan como extensiones o prótesis de los sentidos la información perceptiva se grafica y se hace pública para convertirse en contenido científico o artístico en nuestro caso. Adoptando y adaptando el método científico al proceso artístico, nuestra intención es amplificar una tendencia compartida hacia la curiosidad y el sentido de asombro que mueve ambos campos. En palabras de la astrofísica y poeta Rebecca Elson: “una responsabilidad de maravillar”.

Retomando una investigación artística que propone las obras de arte como herramientas de la percepción, M87 presenta la segunda fase de fabricación del proyecto Interstellar Topographies donde la data astronómica recopilada por observatorios y radiotelescopios alrededor del mundo se traduce escultóricamente. Mediante tecnología de 3d modeling, 3d printing y CNC routing, la serie se compone de esculturas hápticas (táctiles) de gran formato basadas en modelos 3d desarrollados en conversación con científicas del Chandra X-ray Center de la NASA para la comunidad no vidente (BVI, por sus siglas en inglés) que fisicalizan y modulan tridimensionalmente fenómenos interestelares como agujeros negros o supernovas para ser percibidos con el tacto en vez de la vista. Al generar réplicas a gran escala de estos modelos 3D y empleándolos como objetos de playground, sitting sculptures o bloques para escalar (bouldering), la serie está destinada a ser habitada y experimentada táctilmente por el espectador (ahora convertido en habitante) acentuando su conciencia corporal al percibir físicamente las maravillas del cosmos sin priorizar la visión.

La primera escultura háptica de gran formato de la serie está basada en varios modelos fisicalizados de la primera imagen del agujero negro M87, la forma final resulta en una topografía suave, una especie de montaña con un hueco al centro, como un volcán, ya que en la foto inicial aparece una especie de “halo” o una aureola brillante con un centro negro que emerge de un fondo negro también. Varios programas de 3d modeling y 3d printing traducen la oscuridad o brillantez de una imagen como áreas cóncavas o convexas, respectivamente. Esto resulta en que las áreas mas brillantes de la imagen “se levantan” mientras que lo oscuro queda plano. Las sensuales superficies de esta formación abstracta borran la línea que indica dónde termina la abstracción y comienza la representación. Si bien evoca las formas y curvas de Jean Arp, Noguchi o Zilia, esta escultura sin embargo abandona la idea romántica (demasiado humana) del artista creador; no hay trazo humano en su fabricación. A la vez forma y contenido, los sinuosos contornos de M87 delimitan datos exactos captados por Event Horizon Telescope (EHT), como un readymade intergaláctico.

Si se piensa en un radiotelescopio como una extensión del oído para escuchar el universo, con el colapso del Observatorio de Arecibo en Puerto Rico hemos perdido un importante órgano de percepción planetaria. En un país donde uno de los radiotelescopios más importantes del mundo se dejó colapsar por falta de mantenimiento y abandono estatal e institucional, producir arte basado precisamente la data compilada en parte por el mismo Observatorio no debe leerse sólo como un réquiem o lamento, sino como afirmación de una voluntad creadora que rechaza el trillado concepto de “resiliencia” para dar paso a una imaginación más amplia y radical que el victimismo creativo consentido por la institucionalidad artística estadounidense, por ejemplo.

La muestra que se presenta en San Juan 721 surge en gran parte de nuestro interés en el potencial poético del trabajo de Wanda Díaz-Merced, astrofísica no-vidente puertorriqueña recientemente nombrada directora del Arecibo C3 (Antiguo Observatorio de Arecibo) conocida por su papel en el campo de la sonificación de data espacial. Desde la antigua teoría de la música de las esferas de Pitágoras donde el cosmos lo rigen armoniosas proporciones numéricas y musicales hasta las sonificaciones de Wanda que emplean recursos sónicos en vez de tecnología óptica para “oír las estrellas”, la idea de escuchar el cosmos aparece como una constante fascinación humana. Acorde con esta clave aural, un "soundtrack" infrasónico acompaña la muestra. Editado por la artista Rebecca Adorno que reinterpreta sonificaciones de agujeros negros hechas por la NASA, reproducimos en la sala sólo sus vibraciones bajas de manera que su efecto sea ondulante y vibratorio, físico más que auditivo. Desplegando el abanico de los sentidos, la muestra reúne no sólo material visual, táctil y sonoro, sino que también apela al olor y el gusto.

El formiato de etilo, sustancia que da a las frambuesas su sabor y cuyo olor es parecido al del ron, se ha encontrado en el centro de nuestra galaxia donde yace también un agujero negro, el Sagittarius A*. En una colaboración con Chaveli Sifre, recreamos este olor para infundir la muestra con perfume del centro de la vía láctea. Matizando el espacio entre los objetos de la exhibición, las intervenciones sonoras y olfativas de Adorno y Sifre estimulan nuestra percepción corporal envolviéndonos en una atmosfera de sensualidad que nos prepara para contemplar una erótica “topología" de Zilia Sánchez alrededor de cuyo eje orbita la muestra. Como agitando las flores que igual que las estrellas florecen sólo de noche, esta exhibición infunde su olor y su canto cósmico como un poema multisensorial, como una oda a los cinco sentidos1.

Guillermo Rodríguez

1 Desarrollado en parte gracias a la beca Máquina Simple de Beta Local, la primera fase del proyecto, que envolvió el diseño e impresión 3d se desarrolló entre dos residencias artísticas consecutivas: CCI Fellowship del PAMM Perez Art Museum, Miami y San Juan 721, respectivamente. Esta segunda fase (fabricación) fue producida con el estudio de diseño y fabricación digital Formateria.